Para Dani, el poeta...
No hay Paz para el Poeta
ni siquiera...
A la hora de la siesta
de Caronte,
Porque los muertos ensayan
su coro mendicante,
Su mea culpa de fracasos
y de olvidos...,
ni siquiera
A la hora del lobo,
Porque los otros muertos,
Los que no tienen conciencia (ni declarada)
Porque la esconden
En paraísos fiscales,
En cuentas offshore,
Bajo nombres mentirosos,
Ensayan sus discursos, sus estafas
del miedo, del odio,
sus traiciones
de lesa humanidad
En poltronas sintéticas
Sin color conocido ni mácula "visible".
No, no hay Paz para el Poeta
ni tan siquiera...
Una vez alcanzado el anhelado Puerto de los Justos,
Ahora bajo el yugo de sus verdugos,
Apenas si pudieron defenderse...
No, no hay Paz para el Poeta,
Se le secó la boca de tanto predicar
en el desierto
por los otros...
Ya ni siquiera la náusea
Acude en su consuelo.
Ya ni siquiera las lágrimas torrenciales...
Ya ni siquiera el dolor, su viejo amigo,
perro bastardo,
Ya ni siquiera sus versos, tan terribles,
Que partieron el mundo, tantas veces,
Como Roldán con su espada de cartón.
No, no hay Paz para el Poeta.
Ni siquiera...
Aunque se exilie y se exilie y se autoexilie
Y se encierre y se entierre
En su bonita cueva de hormigón,
DESARMADO
Del fin del mundo,
Y se niegue a salir
si no es de noche
Solo y sólo, junto a su fiel perro, tan amado,
El Tao de las montañas,
Cuyos certeros pasos
Habrán de acompañarle
El tiempo que aún, aún les reste...
No, no habrá Paz para el Poeta,
ni siquiera,
Cuando emprenda su último viaje,
La última ascensión a su Montón de Trigo,
Porque aún todavía
Los buitres luctuosos y desvergonzados
Sobrevuelan en círculos la cumbre.
Pero ¡NO!, YO NO PUEDO NI DEBO,
TERMINAR ASÍ ESTE POEMA...
[Nuria, 11-5-2016]
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