Aún de nuevo todavía
rememoro los paisajes que cosechamos juntos
Amado Padre.
Las lomas de los tejados al caer
la tarde
entre los Pinos.
Tu sonrisa franca desbordándose
sobre las esclusas del Riaza
anegando:
los Huertos juglares,
las Cepas centenarias,
los Trigales verdenacidos.
Todavía hoy
te recuerdo:
tus promesas ciertas,
tu verbo fluido,
tu mirada tan pura tan humana
que resbalaba contra los cantiles
de la nefanda incomprensión
de la nefanda ‘especie incomprensible’.
Aún todavía te veo
Cíclope eterno,
Cíclope Sagrado, vilipendiado,
Sufriente,
Sintiente,
Transparente.
¿Que daño hiciste?
Aún todavía Y SIEMPRE
te siento
iluminando mis pasos
con tu único ojo.
[Nuria, febrero 2018]
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