Ella tenía el corazón de madre
El corazón de Tierra
Como semilla de manzano
Y daba flores blancas todas las primaveras
Y frutos bastardos que se llevaba el viento
Se los fueron arrancando todos uno a uno
Sus frutos, su savia cuajada de retoños,
Como nubes de arina,
Como leche dulce, como pájaros de sueño,
Como ráfagas de harena
Y echaron a volar, lejos, tan lejos...
Se los fueron arrancando
Como el que cambia de sombrero cada mañana
O de camisa o de corazón
Así sin más...
Se los fueron arrancando todos uno a uno
Y tuvieron que extirpárselos sin anestesia
Sin antisépticos
Sin bisturí
Sin ningún quejido por su parte
Solo una huella, solo una herida,
Solo un recuerdo, solo un olvido.
Y han pasado los años
Más de mil cuatrocientas sesenta veces
Ha girado la luna sobre su órbita
Por más que siempre nos muestre
Su cara más amarga, como una fría roca distante,
y sin alma
Tal vez la cara oculta de la luna es un
campo minado
de fracasos y de desengaños
Un erial donde solo crecen rastrojos y alaridos
Tal vez es por eso que se esconde de nosotros,
no sé...
Más de mil cuatrocientas sesenta noches
Con sus mil cuatrocientos sesenta días
Desbrozando, incendiando, fertilizando...
Ella tiene el corazón de madre,
El corazón de Tierra
Y aunque ya no da flores por primavera
Luciérnagas de fuego
alumbran sus bonitos ojos esmeralda
como ascuas candentes
como un desafío constante
como un testigo mudo
como una inquebrantable voluntad
De seguir viviendo.
[Nuria. 20/Julio/2024]